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Mensaje de Monseñor Víctor Manuel Fernández en virtud de la Exhortación Apostólica “Querida Amazonía”

Mucha gente, antes de leer “Querida amazonia”, se ha concentrado en el lamento porque no ha hablado de los viri probati (ordenación de algunos hombres casados). En este punto no se supo recoger una preocupación que Francisco expresó varias veces: pensar en soluciones demasiado clericales ante los problemas de la sociedad y de la Iglesia en Amazonia. Él ha insistido más bien en enfrentar las carencias y dificultades dando lugar, con mayor audacia, a una Iglesia “marcadamente laical” (94). Algunas personas progresistas, durante el Sínodo, lamentaban que las expectativas se concentraran en los viri probati en lugar de mirar con mayor amplitud los caminos que necesita la Iglesia en Amazonia. Se trata de dar mayor autoridad a los laicos, y en todo caso de acompañarlos para que puedan llevar las riendas de la Iglesia en Amazonia. Por ello Francisco pide explícitamente que no se relacione demasiado el sacerdocio con el poder (87). Ser signo de Cristo cabeza requiere entender a esa Cabeza (Cristo) como fuente de la gracia más que como autoridad. Francisco reclama que los laicos en la Amazonia desarrollen más sus atribuciones y capacidades aun para organizar y gestionar las comunidades (89). Para ello, deben estar “dotados de autoridad” (94). La discusión sobre los viri probati ha hecho que algunos se concentraran sobre todo en eso en lugar de imaginar con audacia los caminos de una Iglesia “marcadamente laical”.

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Sin embargo, tampoco hay que afirmar, como han dicho algunos medios, que Francisco ha cerrado las puertas o ha excluido la posibilidad de ordenar algunos hombres casados. De hecho, en la introducción Francisco limita los alcances de su propio documento: “No desarrollaré aquí todas las cuestiones abundantemente expuestas en el Documento conclusivo” (2). Se refiere al documento con el cual concluyó el Sínodo de los Obispos celebrado en Roma. Está claro que si el Papa no desarrolla algún punto no es porque queda excluido, sino porque adrede no quiso repetir al Sínodo. Por primera vez una exhortación apostólica no quiere ser una interpretación del Documento conclusivo de un Sínodo ni una restricción de sus contenidos, ni un texto oficial que deja atrás lo que el Sínodo concluyó. Sólo es un marco complementario de ese documento y dice explícitamente: “no pretendo reemplazarlo ni repetirlo” (2). Tan claro es que no quiere reemplazarlo, que lo que hace es “presentar oficialmente” (3) ese documento y pedir que todos los obispos y agentes pastorales de la Amazonia “se empeñen en su aplicación” (4). Esta es una enorme novedad sinodal que lamentablemente ha pasado desapercibida. Al mismo tiempo, muestra una enorme apertura a los ritos y expresiones indígenas, pidiendo que no se las acuse tan rápidamente de paganismo o de “idolatría” (79) y deja lugar a un posible “rito amazónico” (nota 120). En el Sínodo se dijo precisamente, en las discusiones que llevaron a un cierto consenso, que ese era el marco adecuado para pensar en la posibilidad de los “viri probati”.

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Por supuesto que la aplicación no será automática. Habrá diversos caminos para hacerlo, equipos de estudio y de aplicación, y unos temas llevarán más tiempo que otros. Evidentemente, pensar en un “rito amazónico” es un trabajo de años y de décadas.

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Pero tampoco podemos cometer el error de acallar la voz profética de este texto para la sociedad, para la política, para los movimientos sociales. Sería otra forma de clericalismo. Es un texto suficientemente bello, quizás el más bello de los que ha escrito Francisco, con un tono que mezcla la poesía con la denuncia. Se podría entender como una segunda parte de la popular encíclica Laudato si’. También es marcadamente profético, en partes inusualmente duro en su crítica social, que acoge mucha riqueza de los pensadores, escritores y líderes amazónicos, y que plantea serios desafíos ante el sufrimiento de los pueblos de la Amazonia. Por eso, después de la primera reacción, quizás más eclesiástica que social y popular, cabe sentarse tranquilos a leer esta exhortación que “complementa” al documento sinodal sin anularlo.

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De otro modo, quienes siguen explotando y arrasando la Amazonia se frotarán las manos viendo que nos entretenemos en internas eclesiásticas. Recordemos al menos un párrafo de la exhortación de Francisco, que ha quedado acallada por la polémica eclesial: “La disparidad de poder es enorme, los débiles no tienen recursos para defenderse, mientras el ganador sigue llevándose todo… poderes locales, con la excusa del desarrollo, participaron de alianzas con el objetivo de arrasar la selva de manera impune y sin límites” (13).

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Oficina de Comunicación y Prensa

Conferencia Episcopal Argentina



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