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Encuentro de Monseñor Oscar Ojea sobre su participación en el Sínodo de la Amazonía

En la tarde de este martes 19 de noviembre, en sede de la Conferencia Episcopal Argentina, junto a la Comisión Nacional de Justicia y Paz, hemos compartido el encuentro “Amazonía: de la escucha a la conversión integral” mediante el cual Monseñor Oscar Ojea, Obispo de San Isidro y Presidente del Episcopado Argentino, a basado su testimonio de acuerdo a su participación en el Sínodo de la Amazonía. A continuación acompañamos sus vivencias.

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“Si queremos iniciar un proceso contracultural que contraste el paradigma tecnocrático con el paradigma del cuidado, que nos forme con una mirada y un pensamiento distinto capaz de implementar políticas y programas educativos que lleguen a transformarse en un estilo de vida que toque cosas muy concretas como los hábitos de consumo, deberemos basarnos en una espiritualidad que sea el fundamento de una autentica conversión ecológica.

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Esta espiritualidad nos ayudara a discernir en qué lugar debemos situarnos para escuchar con claridad el grito de la tierra y el grito del pobre conectados íntimamente, porque los medios de comunicación tienden a impedir la percepción de este grito y también a que nuestra sensibilidad se impregne adecuadamente de la realidad.

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Vivimos una civilización de la imagen que nos tiene acostumbrados a vivir mirando una pantalla. Esta nos induce a ver la realidad como un espectáculo que sucede fuera de nosotros en el cual entramos y salimos libremente y nos sitúa muy lejos de una intervención.

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Es necesario reconectarnos con la realidad buscando una nueva armonía relacional con Dios, con el hermano, con nosotros mismos y con la naturaleza. Somos seres relacionales y no aislados.

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El paradigma del cuidado genera en nosotros actitudes responsables frente a los seres y las cosas. Decía Víctor Frankl que Occidente tenía una estatua de la libertad a la que había endiosado, pero no tenía una estatua de la responsabilidad que es la contracara de la libertad. Nuestra cultura tiene mucho de irresponsable.

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Nuestra primera experiencia del cuidado está vinculada al nacimiento, nosotros no recordamos el momento del nacer pero sin duda alguna lo tenemos grabado en el fondo del alma. Hemos salido de une espacio cálido y dulce nadando en el vientre de nuestra madre para encontrarnos bruscamente fuera de ella enfrentado la luz y el oxígeno que hemos vivido como elementos hostiles. Por eso todos nacemos llorando, totalmente necesitados de otro, vulnerables y frágiles, todos hemos vivido esta experiencia de pobreza radical.

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La primera voz que escuchamos es la de nuestra madre y aunque no entendemos lo que nos dice percibimos en ella como una música de bienvenida en la existencia.

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Luego nos lleva al pecho, nos alimenta y pasamos del llanto y la angustia a la paz y al sueño, debemos rescatar esta primera experiencia del cuidado y hacerla emerger a la conciencia porque necesariamente estamos llamados a relacionarnos con los demás seres de esta manera.

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La historia del pecado en nuestra vida nos ha hecho construir murallas defensivas que nos aíslan y nos colocan en continuo recelo frente a los demás seres, refugiándonos en un individualismo que contradice nuestra misma vocación humana.

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¿A través de qué medios podemos rescatar esta primera experiencia del cuidado y cómo podemos hacerla emerger a nuestro corazón?

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A mi modo de ver el corazón humano se conmueve si encuentra en el otro un reflejo de sí mismo. Esto pasa en la parábola del buen samaritano Lc. 10.

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Sin duda él se vio a sí mismo en el hombre caído. Por eso se detuvo, descendió de su cabalgadura, se acercó lo curo y se hizo cargo de él hasta llevarlo a la posada.

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Desarrollo un vínculo de comunión con él. Se vio a si mismo caído, necesitado, desamparado y necesitado de cuidado  como cuando vivió su primera experiencia de desamparo existencial. Vio reflejado en el hermano caído su propio límite y su propia pobreza ya que cada uno tiene su propia pobreza. Esto le permitió establecer una relación con el de sujeto a sujeto, no como alguien que lo ve en una pantalla o que lo mira como el objeto de una encuesta o como un caso que prueba una teoría que justifica un aprendizaje, si no como otro “si mismo” lo que le permitió ejercitar un modo de ser humano esencial. El modo de Jesús.

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Es fundamental para desarrollar una espiritualidad profunda que nos lleve a la conversión ecológica el contacto personal con hermanos en situación de pobreza extrema, los que sufren el descarte y que sin duda como dice Evangeli Gaudium 198, tienen mucho que enseñarnos ya que además de participar del sensus fidei en sus propios dolores conocen a Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos, la nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia.”

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Buenos Aires, martes 19 de noviembre de 2019.

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Oficina de Prensa y Comunicación

Conferencia Episcopal Argentina

Documentos disponibles:
Intervencion-de-Mons.-O.-Ojea-en-el-Sinodo-de-la-Amazonia.-Bs.-As.-191119.pdf





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