‹‹ En un país de sombras, una luz brilló ›› (Isaías 9,1)

En el esperanzador tiempo navideño, nuestro corazón presiente una buena noticia y nuestra mirada se fija en el pesebre. La Navidad, para la mayor parte de nuestro pueblo, es un canto a la vida.

Es verdad que a veces algunos olvidan su sentido religioso, pero igualmente Dios hace oír su mensaje de amor y su llamado a trabajar por un mundo mejor. Para muchos no creyentes, no deja de ser un signo que invita a la fraternidad y a ser buenas personas.

Jesús se acerca a nosotros como un niño pobre, al lado de su madre buena y de su padre obrero. De ese modo, le dice a cada uno de nosotros: “Aquí estoy con vos.” ¿Cómo no darle un lugar en el corazón? ¿Cómo no seguir teniendo esperanza?

Al mismo tiempo, el Dios hecho hombre nos recuerda cuánto vale cada ser humano. Así nos convoca a luchar por la justicia, a construir la amistad social, y a ser solidarios con los más pobres.

Los últimos de la sociedad son los que más sufren por las dificultades económicas que vivimos. También son los más afectados por la inseguridad, porque no tienen recursos para defenderse. Además, la inequidad es una causa permanente de violencia y América Latina es el lugar del planeta donde hay mayor inequidad.

Por otra parte, no podemos ignorar un notable cambio cultural. Los sueños e ideales que se proponen a los jóvenes no tienen que ver tanto con la defensa de los más necesitados, con la ilusión de formar una familia, con la justicia y con la cercanía a los pobres, sino con el consumo sin límites, con el desinterés por el sentido profundo de la vida y con el olvido de los grandes valores. ¿Qué nueva sociedad podrá surgir si ésa es la humanidad que promovemos? Confiamos en que la grandeza de ánimo de los jóvenes pueda reaccionar ante esta imposición de un estilo de vida que sólo trae más tristeza e insatisfacción.

A treinta y cinco años de la recuperación de las instituciones de la República, quisiéramos proponer una democracia que no olvide las auténticas raíces cristianas y culturales, y que cuide especialmente el trabajo y la educación.

Invitamos a escuchar este llamado de la Navidad y a soñar otro destino para todos los argentinos.

Confiamos en que la Virgen de Luján transformará estos tiempos difíciles en tiempos de esperanza.

Que Dios en estas Fiestas, los encuentre unidos en familia, los bendiga y los llene de su paz.

 

181º reunión de la Comisión Permanente
Buenos Aires, 11 de diciembre de 2018